3.16.2016

La Amargura / Es tu Enfermedad!


“Tengo la teoría de que cuando uno llora, nunca llora porque llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento”, Mario Benedetti.

Siento la enorme necesidad de descargarme de alguna manera. Sé que seré incapaz de hacerlo de manera correcta, porque opinar con la sangre hirviendo y el corazón lastimado no es recomendable para nadie; no encontraré las palabras adecuadas ni las expresiones más felices. Quizás, ni siquiera lograré transcribir mis verdaderas sensaciones. Lo voy a intentar, no puedo quedarme callado; Peñarol me hace hablar.

Peñarol me duele; me duele saber que cuando jugás contra esos colombianos que la tratan bien y son rápidos, lo más probable es que te comas cuatro. Me duele que las probabilidades se cumplan. Lo de anoche, aunque doloroso y humillante, fue apenas una perla negra más al inmenso collar que hemos construido en estos últimos años.

Hay algo, sin embargo, que me lastima más que la certeza de que el partido de ayer se liquidó exactamente en el mismo momento en el que Atlético Nacional anotó el primer gol. ¿Cuándo fue la última vez que confíe en que Peñarol pueda dar vuelta un partido?

Lo que más me perturba hoy por hoy es que se agiganta mi convencimiento de que jamás saldremos de esta eterna mala racha. No digo volver a ser lo que fuimos en nuestros primeros 110 años de vida, pero al menos dejar de ser este equipo chico acá y en América, humillado acá y en América, sin identidad acá y en América.

Me invade esa triste sensación de que mi historia con Peñarol se reducirá a un campeonato cada cinco o seis años, a una participación en la Copa cada dos o tres, a eliminaciones prematuras y sistemáticas. Siento, como nunca, que no está lejos el momento en el que se festejarán empates en Jardines y se valorará no perder como local contra algún colombiano o brasilero.

Es que desde ningún lado veo un síntoma de recuperación. ¿Hay en Peñarol una política deportiva coherente que dé indicios de que la mano viene mejorando? ¿Ha tenido esta comisión directiva aciertos a la hora de seleccionar entrenadores? ¿Se respetan los procesos de trabajo? ¿Se acierta con las incorporaciones? ¿Los dirigentes ponen el mismo empeño en armar un plantel competitivo que en hacer que se jueguen la mayor cantidad de partidos posibles en el Centenario? ¿Hay chances reales de que se cambie el presidente? ¿Somos una institución capaz de tener dirigentes que se turnen en el poder? ¿Hay unidad dirigencial? ¿Tiran todos para el mismo lado?

Como intuyo que todas las respuestas son un rotundo no, concluyo que Peñarol está en un pozo sin salida y, aunque queramos convencernos de lo contrario, todavía estamos muy lejos de tocar fondo.

Este para Peñarol será un mes especial. Finalmente, el presidente logrará presentar su estadio. El pan y circo está funcionando a la perfección porque hoy son pocos quienes discuten al presidente más perdedor de la historia y son menos aun quienes lo hacen a la hora de votar.

Siento decepcionar a todos, incluso a mí, pero ese monstruo para 40 mil personas está quedando cada vez diminuto al lado de todos los cachetazos que hemos recibido en los últimos tiempos. Y seguiremos recibiendo.

Me dolerá ver como todos fingiremos felicidad el 27 y 28 de marzo. Una alegría que de ninguna manera se corresponde con lo que ha pasado a nivel deportivo e institucional en estos últimos tres lustros. Porque, ya lo tengo claro, Peñarol me dolerá para siempre.

Nota: http://campeondelsiglo.com/web/2016/03/16/penarol-me-duele/

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